Los cambios de temperatura son causantes que en la naturaleza ocurran cambios en las cosas. Desde originar los vientos, hasta causar la rajadura de una roca o la rotura de un cristal.
Así mismo, en el ser humano, las distintas temperaturas originan cambios en la conducta de las personas y en el organismo. Añadiendo estrés en climas extremos o en cambios de temperatura bruscos.
Existe un estudio cuyos resultados mencionan que el cuerpo humano expuesto a altas temperaturas sufre de estrés, igualmente cuando es expuesto a muy bajas temperaturas. Es allí cuando el cuerpo empieza a bajar sus defensas y es presa fácil de cualquier enfermedad.
Pero este estrés no sólo es originado por los extremos de las temperaturas, o muy caliente o muy frío, sino también por los cambios de temperatura súbitos. Si estamos haciendo ejercicio, nuestro cuerpo está con altas temperaturas y si lo exponemos al frío de una nevera para sacar una bebida helada, podemos sufrir tal estrés corporal que toda defensa del organismo sería inútil contra una explosión pulmonar o una contracción súbita de la laringe.
La temperatura interna del cuerpo es de 36 grados, y necesita que la temperatura externa sea menor para poder equilibrar y mantener fresco al cuerpo. Si la temperatura externa es de 36 grados, el cuerpo empieza a almacenar calor y a deshidratar las células para que a través de este proceso el cuerpo seda calor y pueda mantener un equilibrio de temperatura.
Por el contrario, si hay demasiado frío en el exterior, el cuerpo sede demasiado rápido el calor al exterior causando un desgaste de energía y ocasionando estrés.
En Polonia se llevó a cabo un estudio en la Universidad de Ciencias Médicas de Poznan, en la cual se obtuvo que el cuerpo expuesto a grandes cantidades de calor, comienza a sufrir estrés, volviendo a las personas más irritables y violentas.
La temperatura también influye en los estados de ánimo.
Cada persona tiene un “termostato corporal” que dirige su conducta a lo largo de su vida. Sin darnos cuenta estamos siendo afectados muy a menudo por las diferentes temperaturas de nuestro alrededor y tenemos diferentes estados de ánimo y conducta en cada uno de ellos. Muchas veces, sin saberlo, nuestras reacciones y decisiones son tomando en cuenta la temperatura que nos rodea. Quien no ha escuchado decir: “hace mucho frío, mejor salimos otro día”.
Para tener más claro el comportamiento humano debido a los cambios de temperatura, científicos estadounidenses de varias universidades, entre ellas el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de San Diego, en California, analizaron dentro de la Big Data de las redes sociales, los cambios de comportamiento de las personas, con un algoritmo que definía la temperatura del ambiente del momento en que las personas expresaban sus emociones y las compartían en las redes. Incluso un algoritmo revisaba las fotos y definía las sonrisas y caras tristes comparándolas con la temperatura del momento. Todo este análisis se llevó a cabo con millones de datos de todos los países del mundo.
Lo que también se pretendía descubrir era, cuál es la temperatura ideal para las personas, en que se mostraban más alegres y con disposición a hacer muchas cosas con alegría. Sin miedos, sin enojos, sin tristezas.
Lo que se descubrió es que las personas eran más alegres cuando la temperatura no bajaba de 20 grados centígrados y no subía de 30 grados. Por lo que se sacó una media y se encontró que 25 grados es la temperatura ideal para las personas.
Los estudios también revelaron que las lluvias influyen en el buen humor, volviendo más negativos los sentimientos cuando llueve. Igualmente la humedad y los cielos nubosos.
El psiquiatra Norman Rosenthal, que da clases en la Universidad de Georgetown en Washington, lo llamó trastorno afectivo estacional el cual describe una depresión con un patrón estacional, que ocurre durante el invierno. La falta de luz afecta el sueño, el apetito, el estado de ánimo y de actividad. Las personas experimentan letargo y un ansia de alimentos azucarados.
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